jueves, 6 de noviembre de 2008

Pinocho

Pinocho mal herido, siempre feliz con ocurrencias,
me gusta sonreír con tus incoherencias y esas locuras que te hacen diferente en este mundo contaminado.
Siempre sonriente con preguntas curiosas
y sin duda tu anonimato nos pone nerviosa a mi y a mi fantasía.
Desde el hospital con un par de palillos y pinzas para repararte,
unas agujas para coser tus vestidos,
siete clavos para armar tus brazos y piernas
y solo nos alcanzo dos tornillos para tu cabeza, el tercero cayo en la inmensidad de tu locura.
Me alegro que falten piezas, tendremos que empezar a reconstruir una que otra parte de tu cuerpo.
Lo bueno es que en medio de tanta operación no has perdido tu enorme sonrisa y ese latiente corazón de azúcar y sal, y la mirada sincera y confiable que me hace escribirte en medio de esta luna,
y flotar sobre este cuento sin puntos finales.

No hay comentarios: