martes, 2 de junio de 2009

La Mami

Esta Narración, historia o cuento reseña los recuerdos que tengo de mi madre, tienen pasajes no muy claros que los puliré a medida que la memoria me traiga las palabras adecuadas.

No se si es el primer recuerdo pero si el mas cercano en este momento, el momento en que sufría de dolores de piernas por el frío, ella a cualquier hora me ayudaba a aliviar el dolor, siempre estuvo dispuesta a protegerme, lo sé y lo recuerdo.

En este momento las palabras que solía decirme no las recuerdo, pero si me acuerdo haber sostenido su mano varias veces, para cruzar la calle, mientras me bañaba, mientras me llevaba al jardín.
Recuerdo que cada baño era un exorcismo de gusanos, extrañas formas negras salían de mis brazos mientras ella fregaba duramente y ella delicadamente repetía – mira mira los gusanos- y la verdad estuve convencida de eso por muchos años.

Recuerdo el sabor a delicioso chocolate cada vez que escucho esa canción de un intérprete desconocido, la canción decía: “Corazón, corazón”, inmediatamente viene el sabor a chocolate en mi boca y a mi madre cerca arreglando alguna que otra cosa, y la luz del lugar era cálida muy cálida.

No me cantaba, pues no la recuerdo así, pero siempre siempre estuve intacta en cada detalle, limpieza y buena presencia no lo olvido. Cada mañana era critica antes de ir a la escuela, porque peinar era una labor que la realizaba con rapidez, dureza, considero que era un gran desafío lograr la perfección con la cabellera completamente enredada después de una larga noche, para mi una pequeña tortura a la que no me podía oponer.

Recuerdo que dormía con mis padres hasta los 7 años aproximadamente, tenía una tabla donde hacía mis deberes y servía cada noche para ponerla en el extremo izquierdo de la cama, después de un Padre Nuestro, la mami me acostaba, me daba la bendición y colocaba la tabla, para que no me caiga de la cama por la noche.

Era aun más pequeña seguramente unos dos a tres años, sufría de mal aire o espanto, así decía la mami, y cada semana me llevaba donde una Señora que me amarcaba boca abajo y decía: “shungo, shungo”, y rezaba a sus santos, mientras yo miraba los pies de mamá un poco lejanos en ese patio, la mami siempre me llevaba cuando tenía estos problemas y mágicamente me curaba, madre sabía lo que era bueno para mí sin lugar a duda.

Mi mami me sentaba sobre el poyo de la cocina a lado de ella mientras cocinaba, yo era su compañera, su amiga, su aprendiz, su hija.

Cuando estaba en la escuela, mi hermano tuvo varicela el pobre sufrió mucho, y me dijeron que debería estar alejada de él, era imposible alejarme de él porque jugábamos todo el tiempo y no era posible, cuando ya terminaba la enfermedad yo terminé contagiada, mi mami ya sabía como tratar la enfermedad y se le hizo un poco más fácil. Ella me cuido día a día, ponía su magia y amor en cada herida, todo fue mejor junto a ella. Cada enfermedad era mejor a su lado, dolores de barriga, resfriados, gripe, tos, dolor de oído por el agua de la piscina, dolores de piernas, cólicos menstruales, toda pastilla era mágica e instantánea si ella me la daba; se que mamá a veces se molestaba, era como que estaba cansada y a veces harta de todo, como que en su mirada fruncida y mal genio decía: “ya no molesten!”, pero siempre estaba ahí, pendiente, que labor increíble la de mamá, tiene su traje hasta hoy de superheroína. Como hace pocos días tuve una sinusitis aguda, y pase en cama tres días, ella no se despegó de mí ni con el pensamiento, me cuidó, me amó cada minuto como la primera vez.

Todas las tardes me iba a retirar de la escuela y nos íbamos en el bus amarillo que a la final se convirtió en un recorrido, mi mami llegaba a retirarme por las tardes lo recuerdo claramente, la esperaba sentada en esa esquina de la tienda y miraba bus tras mientras llegaba, tenía miedo porque estaba sola, pero sabía que ella legaría en cualquier momento, ahora se me van las lágrimas porque la recuerdo claramente cuando se bajaba del “Tola Pintado”, conocía hasta sus pisadas sus zapatos y sus medias, que increíble era verla llegar, mi corazón solo latía como en este momento y decía mami!!, nada más importaba ese instante, ni la espera, ni un mal día, ni los malos recuerdos, solo importaba que estaba allí conmigo con destino a casa.

A medida que continuo con este relato, me doy cuenta que tengo tanto de su vida en mi vida, en mis caminos, en mi historia que es suya.